Está claro que la salud
no se puede comprar con dinero, y es muchísimo más importante que el propio
dinero. Por eso es posible y positiva la idea de crear riqueza y desarrollo,
pero sin que suponga un deterioro para la salud de toda la fauna que habita en ese
planeta, incluida la humana. La codiciosa receta de obtener el máximo de
beneficio económico, poniéndolo por encima del bienestar general, es una
absurda estupidez, y a la larga perdemos todos.
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