Dice un viejo proverbio que si quieres tener dinero, el primero que ganes, guárdalo debajo del colchón (que es lo mismo que debajo de la teja o del mosaico, o si lo preferís, escondido en el opaco paraíso fiscal).
Quizás para los tiempos que corremos, el mejor lugar donde dejar el dinero es debajo del colchón donde dormimos. Si lo dejas en el banco o lo pones en circulación por medio de empresas, lo expones automáticamente a la vista del mayor monstruo que lo devora: el Estado, dirigido por la peor raza de ladrones: los políticos. Con el cruzamiento de los datos informáticos de bancos y empresas, el Estado es el “Gran Hermano” que sabe qué dinero tienes y en qué lo utilizas. Dicen que se llama el simpático nombre de “Berta” el superordenador de Hacienda, con lo que sabe todos los datos referentes a los dineros de cada pobre y esquilmado hijo de vecino. Y cuanto más dinero tienes, más fuerte es la mordida que te hace ese horrible monstruo, para despilfarrarlo en todo (salvo para lo que en justicia les toca a nuestros jubilados en forma de pensiones, ya que previamente ya cotizaron para tener ese derecho) y cada vez de modo más insaciable. No en vano dijo la ministro socialista Carmen Calvo: “el dinero público es el dinero de nadie”, aunque lo que sí está claro es que el dinero público no cae por sí solo del cielo: se extrae del bolsillo de los contribuyentes, y además sin pedirles permiso para meter mano. Y a la mayoría, que somos tontos (porque “hacienda no somos todos”, sino que siempre “hacienda hemos sido los tontos”), siempre caemos en el mismo error de votar a aquellos que cada vez nos meten más mano y nos dan más por el culo. Los listos lo tienen a salvo en su colchón, digo en un paraíso fiscal de cuentas opacas, numeradas y además protegidas por leyes de secreto bancario. Claro que a veces se va de imprudente por la vida, y aunque seas yerno de rey, vicepresidente de patronal, o presidente de alguna comunidad autónoma, no te libras de que los demás se acaben de enterar por tu metedura de la pata, y entonces dejas de formar parte del “club de los listos”, con riesgo de que te metan en la cárcel como a cualquier otro de esos tontos a los que esquilman a impuestos.
Y no me vengáis ahora con que hay tanto pobre, tanto mendigo, tanto desahuciado, tanto parado, tanto arruinado y tanto desgraciado necesitado de dinero. Esta falta de dinero se la tenéis que reivindicar a Mariano Rajoy, que él se lo da a sus amiguetes de los bancos, los mismos que lo esconden en sus paraísos fiscales. El que no llora, no mama, y el que quiera dinero, que se lo pida a Don Mariano, no sea que se lo lleven los bancos (que de hecho de momento han sabido ganarse la partida, debido a la pasividad de la inmensa mayoría de los ciudadanos). Y es que aquí en España todo el mundo se queja de todo: de recortes, de impuestos, etc…, pero nadie se atreve a pedirle trabajo al gobierno,…¿es que nadie quiere trabajar?. Amigo mío, si no hay trabajo, no hay dinero,…esa es la cruda y pura realidad.
Claro que también como dice el refrán, delante del don, primero ha de estar el din, por aquello de la famosa frase de Francisco de Quevedo “Poderoso caballero es don Dinero”.
Tal vez algunos pensaréis que el dinero no da la felicidad, pero si para algunos es así, que me lo dé a mí, y le aseguro que sí me hará feliz con su donativo, y que me lo sabré gastar bien y con todo provecho. Y para todos mi pregunta iba a ser: ¿creéis que el dinero da la felicidad, o pensáis que es la causa de los males en este mundo?, ¿para qué pensáis que sirve el dinero, aparte de regalárselo involuntariamente al Estado en forma de impuestos?
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